Llenaste espacios que jamás creí poder ser llenados.
Conseguiste con tu mirada, tus ojos sobre los míos tan sólo un segundo, que mi sonrisa decidiera dedicarse a tí. Y ese nudo en el estómago...
Decidiste, también en un segundo, desvanecerlo todo, retirarte y dejarlo todo como si nada...
Minimicé tu pérdida, a modo de defensa, cubrí con tiritas pequeñas grandes heridas. Seguí adelante, siguiendo tu estela de "aquí no ha ocurrido nada".
¿Y ayer?
Ayer no te eché de menos a tí, si no a tu duelo...