Me dijiste que te fuera contando cómo me iban las cosas...
Podría decirte que al final las notas fueron buenas, que estoy contento con lo que hice y que finalmente sí que conseguí sobresaliente en la que tú me decías que lo haría.
Podría contarte que al final, tras seis años relativamente extraños, volverán a corregir el examen en el que me dejaron tocado para siempre y que será la semana que viene, con lo que el miércoles mi cabeza y estómago irán a su bola, pero con razón.
Podría susurrarte, porque me temo que decir las cosas en alto las acerca más a que ocurran, que estoy bastante asustado por la próxima tanda de exámenes, y hasta por el año que viene.
Podría invitarte para celebrar que, aunque no fuera en el primero, en el segundo trabajo de grado he conseguido un diez que busqué a toda costa porque me temía lo siguiente...
Que a ti ya no te interesaría lo que a mí me fuera sucediendo y (lo mejor) que yo ya no tendría ganas de contártelo.
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